3 noviembre 2021

Entrevista a Javier Bueno

Javier Bueno goza de una gran reputación como docente en la Universidad de Santiago de Compostela, con más de tres décadas de experiencia, e investigador. Es miembro del Grupo de investigación “Modelización, Energía y Mecanización en Biosistemas”– BioMODEM (GI-1720), ha desarrollado numerosas líneas de investigación sobre mecanización agraria y ha sido Director General del Centro Tecnológico Agroalimentario de Lugo, CETAL, entre 2019 y 2021. En esta entrevista, concedida en exclusiva a Kiwa, arroja luz sobre la importancia de la agricultura de precisión en el futuro del sector y la oportunidad que se abre con las ayudas extraordinarias procedentes de Europa.

¿Cree que la aplicación de la agricultura de precisión debe ser una de las respuestas ante los males endémicos del campo español?

La agricultura de precisión es un sistema de manejo que permite incrementar la eficiencia de los procesos agrarios. En el caso de los procesos de producción vegetal, permite manejar cada aportación de semilla, de fertilizante o de fitosanitario de una forma específica para cada zona de la parcela. Con ello se reducen pérdidas de estos insumos, se aumentan los beneficios y se mejora la calidad del medio ambiente. Estos objetivos están en línea con los de la nueva Política Agrícola Común (PAC) para el período 2023-2027, por lo que debe de ser un sistema a promover en el campo español.

¿Existe en el sector un conocimiento preciso de qué es la agricultura de precisión y las posibilidades que, a día de hoy, puede procurar?

En mi opinión hay tecnologías que utiliza la agricultura de precisión que hoy en día están totalmente aceptadas y de las que se tiene un conocimiento preciso de los beneficios que proporcionan. Dos ejemplos de éstas serían los sistemas de guiado por satélite para tractores y cosechadoras y los sistemas de control de tramos en sembradoras y pulverizadores hidráulicos.

Otras tecnologías en cambio tienen una reducida implantación y su conocimiento es escaso en la práctica. Un ejemplo de este segundo grupo de tecnologías sería la interpretación de los mapas de rendimiento que obtienen las cosechadoras y su posterior utilización en técnicas de aplicación a dosis variable de semillas, fertilizantes o fitosanitarios.

¿Cómo la definiría? ¿Es asequible para el agricultor?

Una definición clásica de la Agricultura de Precisión es el manejo de la variabilidad que nos encontramos en las parcelas con el fin de mejorar los beneficios económicos y reducir el impacto ambiental.

Respecto a si este sistema de manejo es asequible para el agricultor dependerá sobre todo de las dimensiones de su explotación. Toda adopción de nuevas tecnologías supone una inversión económica cuyo retorno hay que calcular previamente en función de los beneficios esperados. Tecnologías como sistemas de guiado y sistemas de control de tramos tienen un manejo al alcance de cualquier agricultor y sus beneficios son inmediatos gracias al ahorro que suponen en los insumos aplicados al suprimir solapes y mejorar su distribución en las parcelas.

Otras tecnologías ya son más complicadas de adoptar, tanto por su mayor coste como por su mayor incertidumbre en conseguir el retorno de la inversión realizada. Es el caso de los sistemas de medida y registro del rendimiento de los cultivos en las cosechadoras. En este caso son tecnologías más recomendables para empresas de servicios o sistemas de uso en común de maquinaria, siempre y cuando puedan repercutir la inversión que suponen en el precio que cobran a sus clientes. También demandan una mayor formación y dedicarle tiempo a interpretar los datos obtenidos.

¿De qué tecnología se dispone a día de hoy para mejorar el rendimiento del campo español?

En España se dispone de la tecnología más avanzada tanto a nivel de equipos electrónicos incorporados a las máquinas agrícolas como de semillas, fertilizantes o productos fitosanitarios de última generación. Si se dispone de recursos económicos para su adquisición, el acceso a esta tecnología está al alcance de cualquier agricultor a través de las casas comerciales que las distribuyen. Donde ya aparecen más problemas es en poseer la formación necesaria para sacarle todo el partido a estas tecnologías avanzadas y recuperar la inversión realizada en ellas. En este aspecto hay todavía mucho margen de mejora.

¿Cuál considera que es el nivel de investigación aplicada a la tecnificación de la actividad agrícola actualmente en España?

Creo que en España hay excelentes investigadores trabajando en centros y universidades en temáticas relacionadas con el sector agrícola. El nivel del capital humano es muy bueno, pero en los últimos años los recursos económicos y materiales que han tenido a su disposición no han estado al nivel necesario en comparación con otros países de la Unión Europea. Recordemos que en este año la comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud de la Unión Europea ha solicitado un compromiso de inversión del 3% del PIB, cuando en España actualmente estamos en torno al 1,2%.

¿Qué se puede hacer para mejorar la actual situación?

Por un lado, ir igualando gradualmente la inversión en ciencia a la de los países más avanzados si queremos parecernos a ellos en este campo. Por otro, creo que hay que lograr una mayor implicación de las empresas en la investigación y una mejor orientación de las líneas de trabajo de las entidades públicas a resolver los problemas que demanda el sector.

En el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (que se nutre de las ayudas de la UE) está en estudio el proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (PERTE) del sector agroalimentario con una financiación prevista de mil millones de euros. ¿Qué espera de este mecanismo? ¿Puede ser el inicio de la cultura de la tecnificación del campo?

Las acciones previstas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) para el sector agroalimentario disponen de una financiación de 956 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Entre las inversiones y reformas, se contempla un Plan de Impulso de la sostenibilidad y competitividad de la agricultura y la ganadería con una dotación de 307 millones de euros. En el mes de noviembre de 2021 se publicará el Real Decreto donde se establecen las bases reguladoras para la concesión de ayudas a cuatro programas de apoyo a inversiones en sistemas de gestión de subproductos ganaderos, modernización de invernaderos, agricultura de precisión, eficiencia energética y energías renovables. Se trata de una gran oportunidad para impulsar el sector agroalimentario.

En el caso del programa de apoyo para la aplicación de agricultura de precisión y tecnologías 4.0 en el sector agrícola y ganadero, la asignación presupuestaria prevista es de 79 millones de euros en tres anualidades (2021, 2022 y 2023). Si comparamos esta cuantía con los 6,5 millones que se destinaron en 2021 al plan Renove de maquinaria agrícola, podemos valorar con mayor claridad la gran oportunidad que supone esta convocatoria de ayudas para impulsar la adopción de nuevas tecnologías en el sector.

¿Cómo cree que será la tecnología aplicada a la agricultura de la próxima década? ¿Cuáles son los retos tecnológicos por alcanzar?

En mi opinión en los próximos diez años se seguirá con la tendencia a incrementar la presencia de la digitalización, la automatización y la robótica en los sistemas de producción agrícola. La evolución de la población en las zonas rurales y su envejecimiento impulsarán tecnologías cada vez menos dependientes de la mano de obra humana. Por otro lado, si nos fijamos en los objetivos de la PAC para el período 2023-2027, las tecnologías que proporcionen un mayor cuidado del medio ambiente van a ser cada vez más demandadas. Dos ejemplos de esta tendencia son los sistemas de escarda mecánica para sustituir a las aplicaciones de herbicidas o la incorporación de sensores que midan el contenido de nutrientes de los abonos orgánicos para ajustar con mayor eficiencia la fertilización de los cultivos.

Uno de los principales retos es que la incorporación de los avances tecnológicos ayude a atraer a nuevos trabajadores al medio rural al mejorar sus condiciones de trabajo. Las soluciones para reducir el riesgo de accidentes y limitar los posibles impactos en la salud humana de la actividad agraria, es otra de las tendencias observadas en las innovaciones que se incorporan a los equipos agrícolas. Esto favorecerá el relevo generacional de las explotaciones y la fijación de población en las zonas rurales.