10 diciembre 2021

Entrevista a la Dra. Ángela Ribeiro

La Doctora Ángela Ribeiro lleva trabajando en el diseño de proyectos tecnológicos para mejorar el campo español más de tres décadas. Su actual responsabilidad como investigadora principal del Grupo de Percepción Artificial del Centro de Automática y Robótica (CAR) del CSIC, la hace una de las personas más autorizadas para hablar de la realidad de la denominada agricultura de precisión. Estas son sus opiniones.

El campo español tropieza con una seria problemática, casi endémica. ¿Qué cree que puede aportar la agricultura de precisión para aliviar estos males?

El objetivo de la Agricultura de Precisión es tratar el campo teniendo en cuenta la variabilidad que hay dentro de un cultivo. Para poder hacer esta gestión de precisión es obligatorio integrar tecnología en los procesos productivos y es la introducción de esta tecnología la clave para aliviar los males endémicos del campo. Si se producen alimentos de mayor calidad a menor coste, incluyendo el coste medioambiental, quedaría un mayor margen para el agricultor que además podrían realizar una trazabilidad del producto encaminada por ejemplo a integrar sellos de calidad para los consumidores. Otro aspecto interesante es que la integración de estas tecnologías conduce a la mejora de las condiciones de trabajo de los agricultores, así como de su nivel de formación.

¿Cree que el sector conoce qué se esconde tras la denominación agricultura de precisión?

Sí, creo que cada vez más agricultores conocen el significado del término agricultura de precisión y todo lo que este tipo de gestión de una explotación les puede aportar. Algunas tecnologías ya están muy maduras y realmente son atractivas para los agricultores, como los monitores de rendimiento, los sistemas de auto guiado o la teledetección.   

¿Cómo la definiría? ¿Es asequible para el agricultor?

Detrás de la puesta en práctica de una gestión acorde con la agricultura de precisión hay muchas tecnologías implicadas y progresivos niveles de adopción de buenas prácticas en una explotación. Algunas tecnologías ya son asequibles y se utilizan, otras requieren de desarrollos más robustos y de desembolsos que no todos los agricultores pueden permitirse. Dependiendo del margen con el que trabajen podrán o no integrar cierta tecnología en sus explotaciones. No es lo mismo hablar de viñedos que de cultivos extensivos. Un cultivo como el cereal, se beneficiaría muchísimo de sistemas de tratamiento localizado de precisión de malas hierbas, sin embargo, los equipos no son asequibles y son complicados de amortizar en explotaciones con pocas hectáreas.

¿De qué tecnología se dispone a día de hoy para mejorar el rendimiento del campo español?

Los monitores de rendimiento y los sistemas de auto guiado ya son tecnologías disponibles. También están disponibles los servicios de mapping basados en imágenes tomadas desde drones, vuelos comerciales o satélites que proporcionan información útil para la toma de decisiones tanto para los agricultores como las administraciones.  Con estos mapas se puede realizar, por ejemplo, un abonado de precisión. El tratamiento localizado de precisión basado en mapas también es una tecnología disponible. Hay soluciones robóticas para la recogida de fresa o de espárrago blanco. Cada vez hay más soluciones que permiten mejorar el rendimiento y sobre todo la calidad del producto, reduciendo el coste medioambiental.

Desde su actual responsabilidad en el Centro de Automatización y Robótica del CSIC, ¿cuáles son sus retos investigadores actuales y a medio plazo?

Los retos más importantes en los que trabajamos en mi grupo de investigación tienen que ver con la integración efectiva y eficiente de robótica inteligente en explotaciones agrícolas. Trabajamos con el objetivo a largo plazo de tener granjas inteligentes conectadas.

Investigamos para generar ambientes mixtos seguros, espacios donde los robots y los operarios compartan tareas que se pueden beneficiar de combinar la experiencia y destreza del operario con la fuerza del robot.

También trabajamos en la detección temprana de plagas y su tratamiento localizado de precisión. Nuestra propuesta es utilizar equipos de robots pequeños (menos de 400 kg) autónomos capaces de trabajar coordinadamente en la inspección y tratamiento de un cultivo.

A su juicio, ¿de qué nivel de investigación aplicada a la tecnificación de la actividad agrícola goza actualmente España? ¿Es comparable a la que poseen los países de nuestro entorno?

El nivel es muy bueno a tenor de que los investigadores que nos dedicamos al diseño y desarrollo de las tecnologías mencionadas publicamos en las mejores revistas científicas y tenemos un importante reconocimiento internacional que se plasma en los numerosos proyectos en los que no solo participamos, también lideramos. En España se hace muy buena ciencia y la ingeniería aplicada a la agricultura no es menos.

¿Qué se puede hacer para mejorar la actual situación?

España necesita un mayor tejido industrial en el sector de servicios y maquinaria para agricultura. Hace poco un colega me recordaba que en España se fabricaban buenos tractores en los 80 y que ahora solo se compran tractores y cosechadoras fabricadas fuera. Si tenemos la necesidad y tenemos los investigadores y tecnólogos con capacidad de generar la tecnología innovadora que requiere el campo ¿Por qué no financiamos la industria dedicada a la comercialización de estas nuevas tecnologías? Nos falta flexibilidad para lanzar nuevas empresas y políticas activas de ayuda al emprendimiento. España podría dar el do de pecho en la comercialización de tecnología innovadora para el sector agrario, pero este nuevo conjunto de empresas necesita un ecosistema de apoyo para la incubación y una importante inyección económica.

En el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (que se nutre de las ayudas de la UE) está en estudio el proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (PERTE) del sector agroalimentario con una financiación prevista de mil millones de euros. ¿Qué espera de este mecanismo? ¿Puede ser el inicio de la cultura de la tecnificación del campo?

Creo que debería haber partidas para emprendedores, y empresas con capacidad de absorber la investigación de calidad que se realiza y que debería seguirse realizando. También son imprescindibles las ayudas a los agricultores para integrar las nuevas tecnologías en sus procesos de producción. Con una estrategia adecuada que ponga el foco en la investigación, la industria de tecnología y maquinaria agrícola y las explotaciones agrícolas, no me cabe la menor duda de que estos fondos pueden ser la clave de la tecnificación del campo, pero aún más, estos fondos pueden ser el apoyo a una nueva industria que tendría mercado más allá de España.

¿Cómo cree que será la tecnología aplicada a la agricultura de la próxima década? ¿Cuáles son los retos tecnológicos por alcanzar?

Creo que la digitalización será una realidad y la mayoría de las granjas estarán conectadas. El campo estará sensorizado y podrá tenerse información precisa casi en tiempo real de muchas de las variables que son determinantes a la hora de gestionar una explotación.

Los tratamientos serán de precisión y muchas plagas podrán identificarse con vehículos autónomos de inspección aéreos y terrestres, que en algunos casos trabajarán de forma coordinada.

Algunas cosechas se podrán recoger con robots, lo que facilitará la cosecha selectiva, y otras seguirán recogiéndose utilizando la destreza de los operarios, pero con el apoyo de un robot o exoesqueletos, por ejemplo, para transportar las cajas con el producto. Las condiciones de trabajo, así como la calidad del producto, mejorarán.

Los mayores retos para las tecnologías que ya están maduras son lograr robustez, seguridad de usos y facilidad/sencillez de uso. También es importante que sean rápidamente amortizables, lo que conlleva velocidades de trabajo al menos iguales o superiores a las que se obtienen con los medios convencionales.

AngelaRibeiro2.jpg